hunde su pico
en la trompeta de la parra
en el embudo
de las flores
y su lengua
se hunde
palpitante
me enciendo
otra vez, me sorprendo:
pequeñas cosas, a nuestro alcance
existen en el mundo
que no están hechas
de oro
ni de poder —
que nadie posee
ni puede comprar
ni con una montaña de dinero —
que simplemente
flotan sobre el mundo
o vagan por el campo
o en los jardines
o en lo alto de las parras
y aquí estoy
perdiendo el tiempo
como quien dice, mirando
hasta que la mirada se vuelve sentimiento
y entonces, siento que soy yo misma
un pequeño pájaro
terriblemente hambriento
con su piquito explorando y sumergiéndose
y un corazón latiendo urgente
casi a punto de romperse —
soy el hambre y el alivio
y también las hojas y las flores
y, como ellas, estoy llena de goce, y me sacudo.
De El pájaro rojo, Caleta Olivia
Traducción Natalia Leiderman y Patricio Foglia
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