El arte de perder no es un arte difícil;
tantas cosas parecen colmadas de un propósito
de pérdida que cuando se pierden no es muy trágico.
tantas cosas parecen colmadas de un propósito
de pérdida que cuando se pierden no es muy trágico.
Pierdan a diario algo. Acepten la molestia
de extraviar el llavero, la pérdida de tiempo.
El arte de perder no es un arte difícil.
de extraviar el llavero, la pérdida de tiempo.
El arte de perder no es un arte difícil.
Practiquen perder, luego, más cosas y más rápido:
lugares, nombres, dónde era que estaban yendo.
Ninguna de estas cosas es demasiado trágica.
lugares, nombres, dónde era que estaban yendo.
Ninguna de estas cosas es demasiado trágica.
Perdí el reloj materno. Y miren, se me ha ido
la última, o penúltima, casa que tanto amaba.
El arte de perder no es un arte difícil.
la última, o penúltima, casa que tanto amaba.
El arte de perder no es un arte difícil.
Dos hermosas ciudades, perdí. Y algunos reinos
que poseía, dos ríos y un continente.
Y aunque, sí, los extraño, no fue una cosa trágica.
que poseía, dos ríos y un continente.
Y aunque, sí, los extraño, no fue una cosa trágica.
Incluso tras perderte (la voz mordaz, un gesto
que amo) no habré dicho una mentira. Es obvio
que el arte de perder no es cosa muy difícil
aunque parezca a veces (¡anoten!) algo trágico.
que amo) no habré dicho una mentira. Es obvio
que el arte de perder no es cosa muy difícil
aunque parezca a veces (¡anoten!) algo trágico.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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