Si la vida tiene sentido, una bestia sentada junto a la otra
oliéndose las bocas no puede ser el sentido de la vida, salvo
que te dé el cuero para ser una bestia.
Lo otro es sentarse a la diestra del Señor y bancarse día y
noche las ganas de matarlo. Y sonreír, para siempre a salvo,
mientras copulan las bestias allá abajo; mientras copula la
mujer que odiás con un hijo de puta un poquito más santo que
vos.
Y no es otro o lo otro. Hagamos lo que hagamos somos la misma
cosa. Toda pasa por el miedo; y el único miedo que conocemos
es el que inventamos nosotros.
De La vida en Córdoba (1999)
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