Toman mate en la galería abierta
las dos ancianas
y la persona que las cuida
y a veces las acompañan los que vienen de Buenos Aires
y desean el sol,
el sueño
y huyen de los mosquitos
con profusos artilugios
y unturas.
Enero nos trae la albahaca
y el apio, el pan dulce y los helados.
Las viejas pantallas de los años 30
con figuras de actrices de cine,
con las que se avivaba el fuego
o el calor se achicaba.
Besos extintos
se renuevan en labios de paso
y hay que aprender el lenguaje del verano
con los hermosos hombros desnudos
y las peludas piernas de los hombres,
ya algo gruesas.
Bienvenido enero,
comienzo de otro año
que quizás me desplace definitivamente.
Amo tus días severos de calor
donde conversan las hortensias
sus secretos
y la Santa Rita estalla su fucsia
en flores.
Verano existe y nosotras
tras antiguos rastros
en manos que nos tocan.
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