Las ideas son como peces.
Si quieres pescar
pececitos, puedes permanecer en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar un
gran pez dorado, tienes que adentrarte en aguas más profundas.
En las
profundidades, los peces son más poderosos y puros. Son enormes y abstractos. Y
muy bellos.
(...)
El deseo para una
idea es como el cebo. Cuando pescas tienes que ser paciente. Cebas el anzuelo y
luego esperas. El deseo es el cebo que atrae a los peces, a las ideas.
Lo bonito es que cuando atrapas un pez que te gusta, incluso
aunque sea pequeño - un fragmento de una idea -, ese pez te conducirá a otro
pez y todos se engancharán en el primero. Ya estás en marcha. Muy pronto se van
acumulando cada vez más fragmentos y emerge el conjunto. Pero todo empieza con
el deseo.
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