Recuerdo una piedra
que no sobresalía del río.
Recuerdo que nadaba
para sentarme en ella.
Porque era como sentarse
en el medio del río,
como sentarse sobre el río
con los brazos cruzados,
como detener un caballo
en el centro de un campo,
como adormecerse a caballo
en un campo inundado,
como poner la soledad
del corazón en lo más manso,
como pensar que todavía
va a llover más y más
y estar cansado.
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