Vivo en un ph que tiene tres casas. Adelante vive un amigo. Al fondo, en la casa que está pegada inmediatamente a la nuestra, vive la señora Irene. Calculamos que tiene unos 80 años. No tiene parientes ni amigos ni teléfono. A veces me despierto a las 4 de la mañana y compruebo que Irene está despierta con la radio a todo lo que da. Irene se enoja todo el tiempo, habla a los gritos con los locutores de turno y rompe vasos de vidrio compulsivamente. Algunas noches interpreta furiosos monólogos dedicados a su madre muerta. También se enoja mucho con dios y le dice dios boludo y le recrimina cosas. Es insoportable escuchar cómo grita, pero a veces no la escucho en todo el día y me preocupo. Ayer mientras Julia González me entrevistaba para la radio, empecé a escuchar los gritos de Irene pero esta vez no venían del fondo sino de la vereda. Por la ventana, vi cómo la policía recorría los pasillos del PH. Al parecer la encontraron a Irene desvariando en la calle a los gritos y la trajeron hasta su casa. Quizás estuve un poco dispersa durante la charla. Traté de hablar sobre escritura, sobre los poemas de “Todo hace ruido”, mientras seguía la situación del otro lado de la ventana, Irene y los policías, qué nervios, me acuerdo y me pongo nerviosa otra vez.
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