Tuesday, September 23, 2025

La poesía es política: “Bandada”, de Jimena Arnolfi Villarraza

Por Inés Busquets/ Agencia Paco Urondo


Bandada, Una hipótesis contra la derrota es el último libro de Jimena Arnolfi Villarraza, editado por Santos Locos. 

En Bandada la poesía es urgente, un discurso que emerge de la misma situación del enunciado. Donde la materialidad del poema se convierte en testigo de una época, de esta época.

En Bandada la emoción se vuelve poema, la desesperanza, la incertidumbre y la resistencia tienen forma, ritmo, sonido.

El yo lírico de Jimena se construye de escenas actuales, es contemporáneo y cumple la función de iluminar las sombras. Es un grito desesperado pero también un camino, un sentido de pertenencia, el indicio de un rumbo posible. 

El yo a veces es parte de la bandada, otras solo observa y describe. 

Bandada es un libro político, alude a la crisis institucional, a la inestabilidad económica, a la construcción colectiva y lúdicamente toma postura y palabras claves como poder, trinchera, organización, futuro, pueblo, libertad, historia, derrota, urgencia, necesidad, trabajo. 


Jimena escribe a la par de la historia, avisa al final del libro la fecha en que fueron escritos los poemas, como una advertencia indica que la palabra también es un hierro caliente. 


La palabra además es otra forma de poder. Jimena se suma a la tradición de poetas argentinos que han escrito desde la trinchera, que han sabido dar testimonio, mostrar el mundo como transcurre, con el matiz propio del presente. Con tono dulce pero sentencioso, con metáforas pero con significados directos. Los poemas hacen el sentido. Aportan una mirada intrínseca de los sucesos. Hay temor y a su vez confianza en la bandada. La bandada también es el porvenir y la esperanza.


“Ganaron otros, es cierto./ Pero con todo respeto y para que se sepa:/fuimos, somos, seremos/ bandada.”

Jimena utiliza el recurso de la analogía, los pájaros, el pueblo, las personas. La bandada podría ser un conjunto de personas organizadas. La poeta se pregunta ¿esa bandada va en la misma dirección? ¿Qué hace la bandada ante el peligro? ¿La bandada asume la derrota o lucha para salir de ella? ¿Qué futuro anhela esta bandada? 


El futuro

Quiero ser ese pájaro

que viaja lejos

en una v corta

confiada

y acompañada.

 

Anhelo esa organización

La bandada vence al tiempo.

 

Avanza en perfecto equilibrio

las aves se suceden

unas a otras. Se mueven

como si fueran una sola.

 

La fuerza del grupo

expende la aventura

y confunde a los cazadores.

 

Imagino el futuro en común. 

siempre la misma pregunta.

Volar cómo.  


“¿Existe una clase de fe/ en medio de la cacería?” pregunta Jimena. 

La escritura es para Jimena lo que el vuelo es para los pájaros, el poema es el canto. 

La fe podría ser este poema: 

“Cuando la duda es fuerte,/cuando un rayo divide el cielo,/cuando todo parece caer, /en picada parece caer/ pero se levantan y cantan/ los pájaros/pero se levantan y vuelan/los pájaros,/con el viento en contra vuelan/los pájaros/y casi no avanzan,/resisten,/y casi no vuelan, sostienen/un pequeño corazón/urgente. Decime/¿con qué sueñan los pájaros?”

¿Con qué soñamos?

En Bandada Jimena se apropia de las palabras, hace uso del capital universal e identitario del pueblo, no se resigna a entregarlas en manos que las subvierten, que le otorgan otros significados, otros valores simbólicos. Como si dijera, “el léxico es nuestro” aunque nos dejen desnudos y en la intemperie. Aunque pretendan despojarnos de todo, este pueblo entiende de memoria y dominación. 

“No sabemos qué frente defender primero

hacemos lo que podemos

aguantar trabajar cuidar criar

comenzar el día para terminar el día

aquí pido un minuto para decir algo

nombrar es dominar

los pájaros como los pueblos

necesitan libertad

que no nos roben la palabra

que no se lleven la palabra libertad”.

Bandada es una voz, pero representa muchas voces. Jimena escribe y le hace cumplir a la poesía la función de oráculo, la verdadera función social, ofrece su poesía como contención. Comparte la angustia, socializa un sentimiento común. Hace de este canto una lucha colectiva. Habla y nos convoca a seguir “hasta encontrar tesoros en las cosas perdidas”

Nos anima en medio de la desolación y con la libertad de los pájaros que solo necesitan de su vuelo para vivir, sentencia: “A la hora más oscura de la historia, /pondré mi cuerpo en movimiento./Es lo único que tengo.”


https://www.agenciapacourondo.com.ar/cultura/la-poesia-es-politica-bandada-de-jimena-arnolfi-villarraza

Reseña de Bandada en Ahora x Belén Zavallo







Por Belén Zavallo

Un poema debería tener siempre pájaros en él, escribió Mary Oliver en un verso y en Bandada, el último libro de poemas de Jimena Arnolfi publicado por Santos Locos, al abrir las páginas podemos sentir que liberamos jaulas. 

Las aves con sus garras y picos allá volando, la poeta acá con esos elementos incisivos que le afilan la lengua, partes del cuerpo como instrumentos quirúrgicos que usa para enhebrar imágenes. La voz compone paisaje, sí, un ineludible paisaje que la interpela: cielo abierto y monte, pero también la poeta pájara desgarra historia, escribe como si fuera ave rapaz y carroña, sobrevuela la escena y entonces ella voz poética y en cuerpo que despega aún sin alas, dice: 

Los pájaros soportamos

el peso de la historia.

Bandada es un libro lleno de abismos, como si los versos fueran avionetas que en el aire se suspenden hasta no dar más: 

Está todo tan mal

que lloramos sin lágrimas.

Poder, poder, poder,

qué podemos hacer,

qué podemos pensar.

Estos son los apuntes de la época.

Mi cuerpo torpe se desarma

sobre el teclado.

La salud no mejora,

la convivencia no mejora,

la economía no mejora,

el día a día no mejora

y ya nos quedamos sin trabajo.

No conozco la tranquilidad,

siempre es posible lo peor.

Cuando se termina la política

empiezan los cadáveres.

Aunque roce siempre la caída, cada página remonta la derrota también en versos contundentes, Arnolfi, con algo de Gianuzzi en Las condiciones de la época, compone una voz del desgaste, pero pienso yo que como Jimena es mujer y madre, como es madre y cría, y como es poeta que escribe para creer que lo que hace vale la pena, siempre se le despierta la esperanza: 

A veces la historia

de una derrota

también puede ser

la historia de una épica.

Bandada es un manifiesto contra la anestesia, contra la inacción, es indudablemente un libro de poemas, con versos que condensan imágenes y que destellan sentidos como si tocáramos nervios del ciático y no pudiéramos volver a componer la marcha, pero el delirio aún doloroso despabila con belleza.

Bandada está lleno de preguntas que deberíamos hacernos: 

Cuando la duda es fuerte,

cuando un rayo divide el cielo,

cuando todo parece caer,

en picada parece caer,

pero se levantan y cantan

los pájaros,

pero se levantan y vuelan

los pájaros,

con el viento en contra vuelan

los pájaros,

y casi no avanzan,

resisten,

y casi no vuelan,

sostienen

un pequeño corazón

urgente. Decime,

¿con qué sueñan los pájaros?

Bandada abre los postigos hacia adentro de un corazón que parece romperse pero que se auto bombea con las propias manos y da aliento. Es la confesión del quehacer poético:

 Escribir poemas

es hablar en secreto

es cantar dulce y morirse luego.

Debería cuidarme más

pero si me protejo

no escribo.

Y aunque se pregunte si existe alguna fe que permanezca cuando los vientos sacuden tan fuerte que tumban los nidos y quiebran los huevos, Bandada es una reivindicación de los cuidados, es una insistencia en la pluralidad, una convocatoria a habitar el “nosotrxs, lxs pájarxs” o un “nosotrxs lxs que creemos que hay que enfocar la vista al cielo” , “nosotrxs lxs que miramos hasta pulverizar la rosa”, la voz invita con enfado y con belleza, con desgarro y con las heridas de los porrazos al aire libre como un signo del riesgo y como un triunfo sobre el estancamiento. Bandada llega con vuelo, con la levedad de las alas, con las cosas que señala la historia de un país que es la historia de una casa. Con la belleza que hace posible una poeta argentina, que es madre que escribe, que es mujer que se pregunta: gracias Jimena Arnolfi por esta valentía.

no giremos la cabeza hacia otro viento

no hagamos como si nada

si no hay lugar sin amenaza

sin tajo crimen soborno

sin cuerpo pronunciando odio

las palabras importan así de fuertes

del amor que nos tenemos exigimos

que sin memoria no hay libertad

que sin historia no hay libertad

que sin responsabilidad no hay libertad

https://ahora.com.ar/cultura/una-mirada-desde-la-alcantarilla-bandada-el-nuevo-libro-de-jimena-arnolfi-villaraza

Entrevista en Revista Kranear x Bandada (Santos Locos Poesía, 2025)

 

¿En qué momento empiezan a pujar los poemas que componen el libro?

Los poemas de Bandada fueron escritos entre 2023 y 2025. Empecé a escribir en estado de desolación. Me sentía mal en todo sentido. Todo se derrumbaba a mi alrededor. Hablo de política y cuando hablo de política hablo de la vida entera. Como en casi todo lo que escribo, siempre está presente la política, la intimidad y el territorio. Escribí sabiendo que lo que está mal siempre puede empeorar.

¿Cómo vivís tus procesos creativos?

Suelen ser largos y cuando termino eso que pienso que es un libro, lo dejo reposar bastante tiempo. En este caso, llevaba escribiendo dos años cuando recibí el mail de Marcos Gras, editor de Santos Locos. Eso fue a finales del año pasado. En ese momento no nos conocíamos personalmente, sólo nos habíamos leído y fue una gran sorpresa su invitación a que le envíe algo inédito. Bandada descansaba en un archivo de Word. Entonces empecé a corregir entendiendo que quizás estos poemas necesitaban salir. Son poemas que hablan de lo que nos pasa ahora y me permití confiar. Ahí empezamos un ida y vuelta con Marcos que fue muy importante para mí. Me sentí muy acompañada por su lectura lúcida, atenta, dedicada. Me encanta Santos Locos y su apuesta constante y comprometida en el hacer comunidad desde la poesía.

Hay un claro uso de la primera persona a lo largo del libro. ¿Esto así a lo largo de tu obra, o el posicionamiento se tornó indispensable para escribir estos poemas?

Me parece que en Bandada están las dos cosas. Hay una primera persona que atraviesa el libro. Los poemas protestan, aunque sea de mí misma. Por otro lado hay una insistencia en la pluralidad ya desde el título. Los pájaros están a lo largo de todo el libro. Los pájaros, si vuelan juntos, saben que son más fuertes, pueden sortear las inclemencias del tiempo y confundir a los cazadores, a los depredadores. Están los pájaros que se preguntan, que trabajan, que construyen incluso en las cavidades de los árboles muertos. Están los pájaros cuidando sus nidos cuando todo se viene abajo.

¿Yo poético o poeta? ¿Con qué definición te sentís más a gusto?

¡Me da lo mismo!

Se trata de un libro de versos cortos, como mucho, compuestos por endecasílabos. ¿Esto tiene que ver con un estado de ánimo, un recurso estilístico, o de síntesis en el uso de la fuerza de las palabras?

Paradójicamente, éste es un libro que tiene poemas mucho más largos que mis libros anteriores. Si bien hay poemas bonsái, breves, concisos, también hay poemas de largo aliento. Siempre dediqué mucho tiempo al momento de la corrección, me gusta escribir dentro de lo ya escrito. Suelo podar hasta quedarme con el carozo en la mano. Esta vez, necesité un poco más y fue una decisión darme permiso aun sintiéndome insegura con esa respiración extraña para mí. Para escribir este libro me desacomodé. De un tiempo a esta parte, cuando escribo siento algo parecido a cuando me meto en el monte. No sé muy bien qué va a pasar. Más bien todo lo contrario, recorrer el monte es perderse. Escribir es meterse entre la maleza. Hay que jugársela de alguna manera.

Allá en Gualeguaychú, ¿la relación con el monte, el fuego, el agua, los pájaros, cambió tu manera de escribir poesía?

Seguramente. Hace más de diez que vivo en el litoral y mi vida cambió muchísimo en este tiempo. Escribir también es acompañarse. Y sobre todo saber acompañarse cuando una va cambiando. Yo no vivo en la ciudad de Gualeguaychú, mi casa no está en el centro de la ciudad. Vivo en una zona de monte, granjas, chacras, huertas. Lo que escribo, lo que pienso y lo que siento está determinado por este territorio. En el poema se mete todo.

Hipótesis contra una derrota, planteás en la bajada del título del libro. ¿Se trata de una referencia a la última -la actual-, o a cualquier derrota?  

Esa bajada es una gran idea de Marcos Gras, el editor. Él consideró que además de Bandada como título había que incluir alguna pista del ánimo general de los poemas. Y cada vez me gusta más esa especie de síntesis. La política recorre todo el libro y la derrota está presente todo el tiempo. Pero también hay un momento en donde se plantea que hay que ponerse en movimiento. Sucede en Bandada y sucedió en mi vida. En un momento me di cuenta que tenía que salir de esa sensación aplastante porque si no me caía del todo. La desolación en el cuerpo es una anestesia que no te permite vivir ni ver con claridad. Desquiciarnos es parte del plan. El miedo y la angustia son emociones que conducen al disciplinamiento y a la obediencia social. Escribí con todo, a pesar de todo y contra todo. 

En un verso, decís: Cuando se termina la política, empiezan los cadáveres. ¿Podemos decir lo mismo en relación a la palabra, teniendo en cuenta que Milei y compañía la utilizan para esparcir su discurso de odio?

Sí, podemos decir lo mismo en relación a la palabra. Los gobiernos autoritarios bastardean las palabras, las vacían, las maldicen. Hay quienes piensan erróneamente que la poesía -cuando digo poesía hablo de la literatura en general- es una herramienta para distraerse o descansar del funcionamiento del mundo en general. Y en realidad la poesía es un territorio de disputa desde donde pensar la llamada realidad. Por otro lado, el verso que citás es bastante literal. Es lo que estamos viendo todos los días. Cuando se termina la política, hay vidas que corren peligro de verdad. La ausencia del Estado mata. Se murieron cien personas por fentanilo contaminado. Nadie renunció. Y todo el tiempo pasa algo más. Lo que está mal, empeora. Y empeora siempre para los más débiles, los que no son precisamente la casta.

En tu universo poético, ¿con qué sueñan los pájaros?

Ese verso al comienzo de Bandada surgió como una insistencia. Cuando al pensar en el futuro no se ve nada o al menos nada bueno, es difícil seguir. ¿Cómo hacemos para imaginar un futuro mejor si todo se derrumba a nuestro alrededor? Por eso importa insistir en la pluralidad y tomar conciencia de que no estamos solos. Es urgente y necesario sentirnos parte de una comunidad que resiste. Creo que la poesía inaugura posibilidades nuevas para hablar, para pensar, para construir. Leónidas Lamborghini decía que la poesía es subversiva. Estoy de acuerdo. Para leer y escribir, tenemos que poner en funcionamiento los engranajes de la imaginación. Y las maquinarias del poder saben que imaginar es una actividad muy peligrosa porque tiene que ver con la resistencia. Disciplinar a un pueblo también implica reducir su campo de pensamiento y recortar su imaginación hasta llevarla a la mínima expresión. Quizás ese poema habla de eso, es una invitación a hacerse la pregunta. Por lo demás, tanto en la vida como en la poesía, creo que la pregunta abre más camino que la respuesta.

Hacés uso, en varios versos, de la palabra libertad. ¿Se podrá desde la poesía reivindicar el sentido genuino de esa palabra?

También nos quisieron robar la palabra alegría. Los regímenes autoritarios intentan robarnos las palabras con el objetivo de robarnos todo lo demás. Tiene que ver con lo que venimos hablando. En las palabras se hacen interpretables los hechos. La política también es una disputa por el sentido. Y la poesía es parte de esa disputa. Estamos expuestos todos los días al uso violento de la lengua. Son tácticas fascistas que responden a estrategias históricas que buscan erosionar la democracia. Por un lado, se recortan derechos, conquistas sociales, se vacían y desfinancian áreas sensibles y fundamentales. Por otro lado, propagan el odio, la discriminación y la intolerancia. Se insulta todo el tiempo y cuando hay respuesta, suelen decir que ¡es metáfora! La violencia engendra violencia. La libertad no puede ser nunca odiar, mentir, perseguir. Somos parte de una bandada que puede decir libertad sin sonrojarse.

En otro verso hablas del ensayo, la prueba, el tanteo, como una búsqueda. ¿De ahí nace tu pulsión por la escritura?

Me gusta pensarlo de esa manera. En el ensayo está todo. El tanteo, la búsqueda, la experimentación. La falta de control. Escribir es ponerse a prueba, es saber que las fisuras quedan a la vista. La época conspira contra la imaginación, el deseo, el pensamiento y se escribe sabiendo que todo es frágil. Y me gusta que digas “pulsión”. Todo tiene que ver con el deseo y con la entrega. Fuera de la jaula y lo domesticado. Crear es un accidente. La poesía es un cuerpo precioso e imperfecto.

Decís, también, que “A veces la historia de una derrota, también puede ser la historia de una épica”, y uno ahí lee una perspectiva de futuro. ¿Es así?

No se me da muy bien el optimismo. Soy más bien, como decía Giannuzzi, una pesimista entusiasta. Y de manera contradictoria, también pienso que si no practicamos la esperanza no salimos más. Los cambios políticos son producto de las luchas sociales. Siento que estamos en un estado de inminencia permanente. Bandada habla de ir contra la derrota para ponernos en movimiento. Caer es el cincuenta por ciento de saltar. Se necesita arrojo, coraje.

¿Qué tal la experiencia, en la FED que se realizó hace poco en Buenos Aires, de la lectura que hiciste de unos poemas del libro?

Me encantó participar de la FED. La lectura que organizó Marcos Gras de Santos Locos Poesía se llamó “Fuerza, abandono, vicio y libertad: ¡Las diez mil flores del poema!”. El auditorio estaba lleno y fue muy emocionante el antes, el durante y el después. En estos tiempos apocalípticos, abrazarnos a la poesía, a la música y a todo aquello que nos reúne, es sostener la fuerza de sabernos comunidad frente a un gobierno cuya verdad última es la destrucción de todo lo común. Y esa emoción se siente cada vez que nos juntamos a compartir este tipo de actividades.

¿Están organizados los y las poetas de Gualeguaychú en espacios de lectura, talleres, centros culturales?

Acá en Gualeguaychú está lleno de poetas y artistas en general. Es un lugar muy estimulante. Tengo la suerte de compartir cotidianidad con poetas y escritores que quiero y admiro mucho. En cuanto a organización, suceden cosas todo el tiempo. Por contarte algo puntual, el pasado 1 de febrero cuando sucedió la histórica Marcha Federal Antifascista y Antirrascista LGTBNBIQ+, un grupo de compas poetas y escritores nos juntamos a hacer carteles con fragmentos de poemas. Sucedió acá en Gualeguaychú y en otras partes del país. Inspirados en el colectivo que existe hace tiempo en la Patagonia, fundamos la Asamblea de Poetas. Históricamente, los poemas suelen replicarse en las paredes, en las pintadas, en las banderas y en los carteles que se alzan en las distintas marchas. Sucede algo muy potente cuando el poema interviene en el espacio público. A Gualeguaychú se la suele llamar La ciudad de los poetas. Y además de eso, es un pueblo con trayectoria brava y luchadora.

¿Qué palabras elegís para describir la sensación que te sacude cuando publicás un nuevo libro de poesía?

Es la emoción toda junta. Es mucho vértigo también por todo lo compartido. Hay placer y también hay algo de desgarro. Escribir es terminar con la propia belleza. Una queda toda desarmada. También siento una enorme gratitud. Me parece una locura hermosa que los libros anden por ahí en lugares insospechados. Yo me siento muy afortunada cada vez que a través de las redes, me llega alguna foto de algún libro mío en otra casa, en una escuela, en un taller, en otra ciudad, en otra provincia. Es muy emocionante acortar esa distancia y saber que algo de lo que escribo llega a otras personas y entra en conversación.

Gracias a Mariano Abrevaya Dios por esta nota para Revista Kranear

Sunday, September 21, 2025

BANDADA. Una hipótesis contra la derrota - Jimena Arnolfi Villarraza (Santos Locos Poesía, 2025)

Bandada. Una hipótesis contra la derrota de Jimena Arnolfi Villarraza es un poemario que se gesta no desde la derrota, tierra fecunda y fértil para sembrar la esperanza, sino desde la bronca inicial y la posterior aceptación ¿o debería decir rebeldía? de esa derrota. Jimena construye poema a poema un sentir colectivo que nos aúna y nos empodera como individuos primero y como colectivo después. ¿Cómo lo hace? Mediante la figura de los pájaros. ¿Qué nos dice? Hay que levantarse, poner el cuerpo, moverse y estar en movimiento, defender lo nuestro, nuestras palabras, nuestra identidad y así ser sostén del otro en su derrota y apoyo en su reclamo. Desde el epígrafe de Ferreira Gullar que abre el libro “En la historia de los pájaros/ los guerreros continúan vivos” hasta el último poema que se titula Bandada, finalizando con pie de imprenta que reza “Estos poemas fueron escritos entre 2023 y principios de 2025. La historia se sigue escribiendo”. Este es un libro de esperanza, de lucha y resistencia. Un libro lleno de poemas vivos, poemas que son en cierta forma “…las brasas del fuego que vendrá”.


Marcos Gras, editor de Santos Locos Poesía

Wednesday, August 27, 2025

XII - Miyó Vestrini

Me levanto

no me levanto

me detestan

me ligo

atropello a un motociclista con alevosía y premeditación

me entrego al complejo de edipo

deambulo

estudio con sumo cuidado las diferencias entre dirritmia-

psicosis-esquizofrenia-neurosis-depresión-síndrome-pánico-

y me arrecho

quedo sola en la casa cuando todos duermen

compro una revista que cuesta seis dólares

le roban la cartera a mi mejor amiga

me agarran

amo a mi amigo

lo empujo

lo asesino

recuerdo el paraguas de Amsterdam

y la lluvia

Y el gesto airado

me dedico a la bebida para evitar el infarto

mastico la comida cincuenta veces

y me aburro

y me aburro

adelgazo

engordo

adelgazo

me transo

no me transo

me quedo quieta y lloro

alguien me toma en sus brazos

y me dice quieta quieta estoy aquí

dejo de llorar

escucho el viento que sopla cerca del mar solamente cerca del mar

acepto que existan cucarachas voladoras

descubro que todas mis amigas tratadas por psicoanalistas se han vuelto totalmente tristes totalmente bobas

me leen el oráculo chino y me predicen larga vida

Vida de mierda digo

subo al carro

bajo del carro

comprendo de un solo viaje cuánto petróleo hay en un barril

me dicen apaga la luz

la apago

me preguntan ¿ya?

me hago la loca

me acojo a la pacificación

me joden

duermo apoyada en la barra

oigo la voz del español de siempre que se caga en diez

alguien llora otra vez a mi lado

me pegan

me pegan duro

hay luna llena

corro por la carretera que bordea la montaña,

saco la cuenta,

no me sale,

me duele el pecho,

se hace de día,

el rojo gana

rien ne va plus.

Monday, August 25, 2025

Una nota de Katherine Mansfield

"Siempre me siento temblando al borde de la poesía. El almendro, los pájaros, el bosquecito donde estás tú, las flores que no ves, la ventana abierta por la que me asomo y sueño que te reclinas contra mi hombro, y las veces que tu fotografía parece triste. Pero principalmente quiero escribir una especie de elegía a ti… tal vez no es poesía. Tal vez tampoco prosa. Y, por último, deseo llevar una especie de libro de pequeñas notas, que se publique algún día. Eso es todo. Nada de novelas, nada de historias con problemas, nada que no sea simple, abierto". 



Monday, August 11, 2025

Tarea doméstica - Amanda Berenguer


Sacudo las telarañas del cielo
desmantelado con el mismo utensilio
de todos los días,
sacudo el polvo obsecuente
de los objetos regulares, sacudo
el polvo, sacudo el polvo
de astros, cósmico abatimiento
de siempre, siempre muerta caricia
cubriendo el mobiliario terrestre,
sacudo puertas y ventanas, limpio
sus vidrios para ver más claro,
barro el piso tapado de deshechos,
de hojas arrugadas, de ceniza,
de migas, de pisadas,
de huesos relucientes,
barro la tierra, más abajo, la tierra,
y voy haciendo un pozo
a la medida de las circunstancias.

Wednesday, July 23, 2025

Claro que nos sirve la poesía - Maria Alejandra Flammini

Se cansan de decir que la poesía no sirve para nada, ya es casi un cliché. Una gran poeta dijo, “la poesía no sirve para nada y por eso es absolutamente fundamental”. Entiendo que se refieren a la utilidad capitalista, de beneficio y rentabilidad, de lo que no estoy tan segura es de que nos convenga dejar que nos impongan, también, los significados. ¿Por qué regalarles las palabras? Podemos nombrar de nuevo y definir que útil es lo que sirve a la vida. Parece superfluo lo que digo en el contexto en el que estamos, pero no lo es. No somos animales de granja, no nos alcanza con comer, no poder crear también mata. A nosotros nos sirve la poesía, como nos sirve el mar, el verde, los cuadros de Botticelli o la ternura. Nos sirve para vomitar la alienación de este mundo de mierda, nos sirve para poder nombrar los abusos y los dolores, nos sirve para poner en palabras lo que nos conmueve y lo que nos mata, lo que arde. Nos sirve para contar lo sublime y lo inefable. Nos sirve para dar testimonio de que el universo por un brevísimo instante se definió en un cuerpo único al que llamamos yo. Nos sirve para llorar y para callarnos, para quitarnos del medio, para encontrar nuestro ritmo. Nos sirve, porque con apenas unos signos y unos silencios podemos comunicar lo sagrado. Hacernos preguntas, ser atemporales, patear el tablero, ser inconvenientes, interrumpir, salvar a un pibe de la humana miseria, sentirnos infinitos. Nos sirve para aprender a morir y para levantarnos cada día sabiendo que vamos a morir. Nos sirve para refundar el lenguaje que nos construye y construir otros mundos posibles. Nos sirve para hablar del mundo, sin hablar del mundo, porque queremos la vida para contarla. Claro que nos sirve la poesía.

Friday, May 30, 2025

Algunos poemas de Robin Myers

 Para una amiga que no siempre tiene ganas de vivir


Las cosas se derriten, se inundan, se escabullen, se pinchan,
	se desvían, se enferman, se fisuran y caen de rodillas
en la más increíble variedad
de circunstancias. Creo que tampoco
somos más que cosas desde una perspectiva
	general, almas trémulas
garabateadas al pasar
	sobre la cáscara del mundo en su erosión
de martillos neumáticos. Mirá
	cómo junto letritas en terrones
de satisfacción aliterativa, rascando
	algo para regalarte.
No sé mucho de vos
	más allá de las razones por las que nos sentamos
un ratito juntas en unos bancos bajos de madera,
	hojeando servilletas, la cabeza inclinada
hacia las palabras de la otra en reverencia
	a la dificultad para encontrarlas. Creo
que estar así con alguien
	es abrazar el suelo
con los pies, y ésa es
	la única campaña
que pienso librar con vos o con cualquiera.
*
Poema de cumpleaños
El dolor vive en la atmósfera
como la electricidad. ¿Quién podría culparlo
 
por llegar primero? Algunos días,
en el subte, casi no puedo resistir
 
la tentación de rozar con los labios el cuello de cualquiera
que tenga enfrente: la frágil nuca de él, su lunar
 
tenebroso, los pelitos traslúcidos de ella. Tantas cosas
pueden pasarle al cuerpo. Ciática,
 
submarino, migrañas, balas
de goma, melanoma, manos cortadas puestas
 
con su par equivocado en bolsas de plástico y tiradas
a la parte de la autopista que en inglés llamamos “hombro”:
 
sé que la ligereza de la lista
es peligrosa, que el dolor que se inflige y el orgánico
 
no son lo mismo. Pero ambos son dolores.
Soy más religiosa de lo que pensaba,
 
o algo así. Espero mi turno. Le paso
las yemas de los dedos por la espalda a A. como
 
si ya estuviera lastimado; quiero saber 
si tengo el bálsamo 
 
que sé que esta vida va a reclamar. Hay huesos
que duelen para siempre, ojos borrados con ácido
 
nítrico, ingles que se desgarran en el parto,
una mujer que conocí en una clase de dactilografía de sexto grado
 
que murió tras subsistir a puro café negro 
por más de lo que dura el ciclo vital de la cigarra periódica. 
 
Mi fisioterapeuta me venda la rodilla con unos electrodos
que parecen prolijos nenúfares en miniatura. Me tiemblan los músculos.
 
Después usa una aguja, y se me escapa un grito
que nunca solté frente a nadie
 
que nunca hubiera estado dentro de mí. Perdón, dice en voz baja,
y sigue firme, Perdoname, lo siento. 
 
¿Qué les pasa a las células humanas
que son miradas con amor? ¿Y a las que
 
miran? Una tarde
con A., en un cuarto en la costa, estábamos
 
en la cama con toda
nuestra piel casi quieta, una contra la otra,
 
casi resplandecientes, un par de horas después de que el sol
se acordase de ardernos. Y nos miramos. Mirá,
 
hinchazón por la gota. Mirá, muñón de brazo. Mirá, cicatriz de cesárea,
congelamiento, herida de arma blanca, y vos también, delicado esternón aún
 
intacto, miren la sangre invisible, sientan
su limpio golpeteo. Hoy cumplo treinta.
 
Éste es el regalo que le hago a mi cuerpo.
Éste es el regalo que le hago a mi cuerpo.

*

Levanten la mano si alguna vez

El dolor vive en la atmósfera
como la electricidad. ¿Quién podría culparlo
 
por llegar primero? Algunos días,
en el subte, casi no puedo resistir
 
la tentación de rozar con los labios el cuello de cualquiera
que tenga enfrente: la frágil nuca de él, su lunar
 
tenebroso, los pelitos traslúcidos de ella. Tantas cosas
pueden pasarle al cuerpo. Ciática,
 
submarino, migrañas, balas
de goma, melanoma, manos cortadas puestas
 
con su par equivocado en bolsas de plástico y tiradas
a la parte de la autopista que en inglés llamamos “hombro”:
 
sé que la ligereza de la lista
es peligrosa, que el dolor que se inflige y el orgánico
 
no son lo mismo. Pero ambos son dolores.
Soy más religiosa de lo que pensaba,
 
o algo así. Espero mi turno. Le paso
las yemas de los dedos por la espalda a A. como
 
si ya estuviera lastimado; quiero saber 
si tengo el bálsamo 
 
que sé que esta vida va a reclamar. Hay huesos
que duelen para siempre, ojos borrados con ácido
 
nítrico, ingles que se desgarran en el parto,
una mujer que conocí en una clase de dactilografía de sexto grado
 
que murió tras subsistir a puro café negro 
por más de lo que dura el ciclo vital de la cigarra periódica. 
 
Mi fisioterapeuta me venda la rodilla con unos electrodos
que parecen prolijos nenúfares en miniatura. Me tiemblan los músculos.
 
Después usa una aguja, y se me escapa un grito
que nunca solté frente a nadie
 
que nunca hubiera estado dentro de mí. Perdón, dice en voz baja,
y sigue firme, Perdoname, lo siento. 
 
¿Qué les pasa a las células humanas
que son miradas con amor? ¿Y a las que
 
miran? Una tarde
con A., en un cuarto en la costa, estábamos
 
en la cama con toda
nuestra piel casi quieta, una contra la otra,
 
casi resplandecientes, un par de horas después de que el sol
se acordase de ardernos. Y nos miramos. Mirá,
 
hinchazón por la gota. Mirá, muñón de brazo. Mirá, cicatriz de cesárea,
congelamiento, herida de arma blanca, y vos también, delicado esternón aún
 
intacto, miren la sangre invisible, sientan
su limpio golpeteo. Hoy cumplo treinta.
 
Éste es el regalo que le hago a mi cuerpo.
Éste es el regalo que le hago a mi cuerpo.

*

El brillo

Cavamos en las entrañas de la tierra, Nina.

La cortajeamos.

No tratamos de arreglarla.

Nos paseamos por sus profundidades,

colgamos luces donde la luz no llega,

hacemos cualquier cosa para avanzar más rápido

de lo que podríamos sin ayuda.

Les apuntamos con nuestras pistolas a personas que no tenemos intención de matar.

A veces las matamos.

Subimos a empujones a un ring a nuestros hombres

y ellos se empujan entre sí hasta sangrar e hincharse.

Hervimos langostas vivas.

Azotamos a los adúlteros.

Cometemos adulterio.

Desollamos ciervos.

Violamos a nuestros monaguillos.

Atropellamos peatones, que mueren al instante.

Morimos al instante.

Modelamos con láser nuestras córneas.

Incendiamos la huerta del vecino,

nos cortamos los muslos con hojas de afeitar,

les damos la espalda a nuestras hijas que lloran

todos los días del primer mes de primer grado

para que aprendan a abandonarnos.

Parimos, Nina,

parimos todo el tiempo.

Nos destrozamos las cutículas,

hacemos volar por los aires montañas,

lo olvidamos casi todo,

proporcionalmente hablando,

y decidimos quién tiene derecho o no a vivir

en el nuevo edificio de departamentos de lujo,

y levantamos museos sobre las ruinas

de aldeas masacradas, y seguimos de largo con determinación

al ver las convulsiones de alguien que aspiraba pegamento.

Aspiramos pegamento

y tomamos hasta decir cosas que no teníamos la intención de decir,

y les metemos sondas en la tráquea a nuestras abuelas,

y encerramos a chicas adolescentes en la parte de atrás de un camión

con un colchón debajo,

y nos surcamos de tinta la piel y nos perforamos la cara,

licuamos hielo y lo convertimos en espuma, domamos caballos,

desaparecemos, hacemos desaparecer a otros, mutilamos verbos,

y archivamos las cosas de la infancia,

e ignoramos a los hombres que alguna vez amamos,

y hablamos del amor en tiempos que no son el presente,

y nos tiramos de aviones,

y azotamos a nuestros hijos hasta que ya no pueden hablar nuestra lengua materna,

y arrojamos al mar nuestros deshechos,

y mentimos, Nina,

y apretamos con las manos la garganta de lo que deseamos

hasta que manos y garganta se ponen blancas.

Es verdad.

Pero también es verdad

que untamos una rodaja de pan con manteca ablandada

con un cuchillo ablandado. 

Les confiamos los huesos a los colectiveros,

las nucas a los peluqueros,

los lóbulos de las orejas a las bocas confusas

de amantes que tal vez nos amen y tal vez no

pero que nos tocan como si pudieran amarnos.

Acariciamos con los dedos la corteza del abedul

al pasar. 

Compartimos la sangre,

les repartimos chupetines a hombres adultos

para que no se desmayen al final.

Criamos los brotes de las papas.

Esperamos.

Quemamos el arroz, comemos el arroz,

señalamos las páginas marcando las esquinas,

buscamos una cara en cada cara que pasa

y la encontramos o no la encontramos,

y subimos con esfuerzo la colina y la bajamos como por un tobogán,

y cantamos apretando los ojos cerrados,

y cerramos las ventanas el día del desfile

para poder acostarnos juntos y escuchar todo lo que decimos,

y le dejamos al incendio de la casa que haga lo que quiera

con nuestras posesiones. 

Que no tengamos otra opción

no tiene nada que ver.

Anhelamos.

Confesamos actos que no cometimos.

Nos lavamos los pies.

Nos reímos hasta que nos duele la panza.

Dejamos que se escape la tortuga.

Estamos convencidos de tener razón.

Acabamos, que es una manera curiosa de decir

que empezamos,

con una alegría que sería desoladora

si no fuera tan alegre.

Nos dicen que primero hay que aprender a disfrutar de la alegría

para después poder tolerar la desolación.

No.

Nos enseñan que primero tenemos que aprender a estar desolados

para después poder tolerar la alegría.

No.

Toleramos lo que podemos tolerar.

No.

No sabemos qué podemos tolerar.

¿No?

No sé, Nina,

no sé.

Vi a un chico con uniforme de la escuela caer de rodillas

con un gesto como de plegaria

o de traición,

o de cartílago roto en un partido de fútbol,

yo qué sé.

Vi a una mujer entrada en años retorcerse

después de un abrazo,

con un gesto de rencor

o de dolor,

o de deseo frustrado,

o de artritis reumatoide,

o de extrañar a su madre,

o de viejos terrores renovados,

¿y nosotras, Nina, qué podemos hacer?

Hacemos lo que podemos.

No:

conozco 

a un tipo que,

hace unos años

caminaba por la banquina de la autopista

para sentir cómo, al pasar, los camiones con acoplado 

le arqueaban el cuerpo hacia atrás, para sentir el campo minado

entre la raya amarilla y sus propios pies.

La mina. El campo.

¿Cómo llega el cuerpo adonde el mundo

le dice que no vaya?

Te lo estoy preguntando.

Nuestras opciones, al final, son pocas.

Amo a este hombre cuyo cuerpo dijo

que no quería

irse.

Y te amé a vos

que te fuiste.

Te amo, no te amé, amiga;

Perdoname.

No sabemos

lo que hacemos,

y nos provoca tanto asombro el maíz que brilla en el campo

como el pie que pisa la mina.

Acabamos, acabamos, nos acabamos,

Nina.

Brillamos.

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