Sunday, July 21, 2024

Caminar, caminar, caminar - David Le Breton

El caminante es un hombre o una mujer del pasaje, del intervalo, va de un lugar a otro, a la vez afuera y adentro, ajeno y familiar. No toma los caminos comunes por donde pasan los autos sino los atajos, los senderos, los lugares destinados a la gratuidad, aquellos que no están legitimados por ninguna funcionalidad. Nada de lo que es humano le es ajeno.

Como cualquier hombre, el caminante no se basta a sí mismo, busca en los senderos lo que le falta, pero lo que le falta es lo que constituye su fervor. A cada instante espera encontrar lo que alimenta su búsqueda. Siempre tenemos la sensación de que al final del camino algo nos espera, algo que a nosotros estaba destinado. Una revelación está no lejos de aquí, a algunas horas de marcha, más allá de las colinas o del bosque. Y la vaguedad del paisaje sigue alimentando la convicción de que es inminente la manifestación de un secreto. Tomamos ciertas rutas en el deseo de que profundicen en la memoria una inscripción luminosa. Todo camino está primero sepultado en sí mismo antes de que se reproduzca bajo los pasos, conduce a sí mismo antes de llevar a un destino particular. Y en ocasiones abre por fin la puerta estrecha que desemboca en la transformación feliz de uno mismo.


Caminar: elogios de los caminos y de la lentitud

Los llanos - Federico Falco

A algunas cosas hay que nombrarlas porque si no, no existen; a otras hay que callarlas, para que no sean. Hay que nombrar las nubes. El cielo. Cada uno de los pájaros, cada uno de los yuyos. A veces hago ese experimento: camino y trato de nombrar todo lo que veo. Las hojas de un matorral al que no le conozco el nombre, un poste del alambrado, una varilla, las huellas que dejan en el barro los tractores a la mañana.

Callar hay que callar el misterio. Atenerse a las cosas. Mirar solo desde afuera. Lo de adentro no puede verse. Lo de adentro mejor no decirlo.

Es rarísimo ser uno, estar adentro, todo el tiempo uno consigo mismo, conocerse en cada miseria. Y calculando cuánto ven los otros, qué se imaginarán, qué uno deja que sepan. Estar adentro con uno y no decirlo. Silencio. Silencio.


Los llanos

La resistencia de la imaginación - Alexandra Kohan

Fui invitada al Festival delle Periferie que se realiza próximamente en Roma. El tema de este año es la imaginación. El argumento del festival dice –traduzco yo, torpemente–: “¿Existe todavía, en nuestro tiempo y en nuestro mundo, incluido el de la exploración exoplanetaria, un lugar, físico o mental, que posea las características de un lugar radical, una zona blanca sin nombre en el mapa de lo conocido, donde uno pueda experimentar el asombro, ejercitar la imaginación? ¿Una periferia de algún tipo –incluida una disciplina–, capaz de desencadenar revoluciones paradigmáticas y albergar nuestros imaginarios divergentes?”. El argumento del festival es un texto absolutamente actual, político y, por eso mismo, potente. Es, en sí mismo, un llamado a la imaginación. Quiero decir que tiene un sesgo performático; ahí donde apenas uno lo lee, queda imaginando, queda en estado de imaginación. Y es que, antes que nada, el argumento se sostiene en interrogaciones. En un mundo lleno de certezas, de tonos altos y estridencias, de respuestas a preguntas que no se formularon, el solo hecho de sostener una pregunta ya da un respiro, ya produce un alivio y suscita una especie de disposición del cuerpo hacia el entusiasmo. Una pregunta, tan solo una pregunta, puede sacar al cuerpo del adormecimiento habitual con el que circula. Una pregunta, tan solo una pregunta, puede, sin dudas, dispersarnos y provocar, entonces, el encanto de imaginar. Una pregunta que no necesariamente esté para ser contestada, sino que simplemente suscita inquietud, zozobra, un leve cosquilleo en el cuerpo: todavía hay algo posible. Se trata, todavía, de un empuje hacia un horizonte posible. No lo pienso como un territorio a conquistar, sino como un borde, una orilla, un pequeño montículo de tierra en medio de la inmensidad de un mar que se pone, por momentos, hostil o demasiado tumultuoso. Un incipiente asomo de futuro, de más allá. Un más allá que escribe, no una respuesta, sino un enigma.

En un mundo que se derrumba, en un mundo en el que las imágenes nos asedian de manera incesante, paradójicamente, ya casi no hay lugar para la imaginación. En tiempos de tonos asertivos, de respuestas automáticas, ya casi no hay lugar para preguntas. En un mundo lleno de información ensordecedora, ya casi no hay lugar para la invención singular. ¿Cómo resistir al avance estrepitoso de la deshumanización tan propia del capitalismo devorador? ¿Cómo resistir ante el avance estrepitoso de las imágenes prefabricadas y el brillo enceguecedor de las pantallas? ¿Cómo deponer la mirada ante la obscenidad de las imágenes que pululan imparables? Podríamos parafrasear esas líneas de Casablanca y decir “El mundo se derrumba y nosotros imaginamos” o, también, “Siempre nos quedará la imaginación”. Vuelvo entonces sobre el texto del Festival: “¿Existe todavía, en nuestro tiempo y en nuestro mundo, incluso un exoplanetario, un lugar, físico o mental, que posea las características de un lugar radical, una zona blanca sin nombre en el mapa de lo conocido, donde uno puede experimentar asombro? ¿o ejercitar la imaginación?”. Creo que sí, que aún existen espacios en donde el asombro, la sorpresa y la posibilidad de desencadenar pequeñas pero potentes revoluciones, tienen lugar. Pienso por caso en el psicoanálisis, en la ficción y en lo político. Se trata de tres espacios que, justamente, no están hechos. Hay que hacerlos, cada vez, no están dados. No son simplemente un lugar al que uno se retira solo, para después volver al mundanal ruido. Son pequeños intersticios que se pueden hacer en medio del mundanal ruido. No se trata de una utopía de fuga hacia la soledad, en donde nadie nos afecte. Se trata, en cambio, de un ejercicio de invención que incluye a los otros.


La resistencia de la imaginación

El libro de los abrazos - Eduardo Galeano

Sucedidos /2

Antaño, don Verídico sembró casas y gentes en torno al boliche El Resorte para que el boliche no se quedara solo. Este sucedido sucedió, dicen que dicen en el pueblo por él nacido.

Y dicen que dicen que había allí un tesoro, escondido en la casa de un viejito calandraca.

Una vez por mes, el viejito, que estaba en las últimas, se levantaba de la cama y se iba a cobrar la jubilación.

Aprovechando la ausencia, unos ladrones, venidos de Montevideo, le invadieron la casa.

Los ladrones buscaron y rebuscaron el tesoro en cada recoveco. Lo único que encontraron fue un baúl de madera, tapado de cobijas, en un rincón del sótano. El tremendo candado que lo defendía resistió, invicto el ataque de las ganzúas.

Así que se llevaron el baúl. Y cuando por fin consiguieron abrirlo, ya lejos de allí, descubrieron que el baúl estaba lleno de cartas. Eran las cartas de amor que el viejito había recibido todo a lo largo de su larga vida.

Los ladrones iban a quemar las cartas. Se discutió. Finalmente decidieron devolverlas. Y de a una. Una por semana.

Desde entonces, al mediodía de cada lunes, el viejito se sentaba en la loma. Allá esperaba que apareciera el cartero en el camino. No bien veía asomar el caballo, gordo de alforjas, por entre los árboles, el viejito se echaba a correr. El cartero, que ya sabía, le traía su carta en la mano. Y hasta san Pedro escuchaba los latidos de ese corazón loco de la alegría de recibir palabras de mujer.


El libro de los abrazos

Saturday, July 20, 2024

Amigos - Violeta Parra

Amigos tengo por ciento

para toda mi delicia;

yo lo digo sin malicia,

con verdadero contento.

Yo soy amiga del viento

que rige por las alturas,

amiga de las honduras

con vueltas y torbellinos,

amiga del aire fino

con toda su travesura.


Yo soy amiga del fuego

del astro más relumbrante,

porque en el cielo arrogante

camina como su dueño.

Amiga soy del ruiseñó’,

relámpago de la luna,

con to’a su donosura

alumbra la mar furiosa,

y amiga de las frondosas

oscuridades nocturnas.


Amiga del solitario

lucero de la mañana

y de la brisa temprana

que brilla como rosario,

amiga del jardinario

del arco de las alianzas.

Amiga soy de confianza

de nubes y nubarrones,

también de los arreboles

en todas las circunstancias.


Amiga soy de la lluvia

porque es un arpa cantora

de alambres y de bordonas

que tuntunean con furia,

amiga de la centuria

de los espacios tesoros

y de los ecos sonoros

que guardan los granizales,

amiga de los raudales

que entonan su lindo coro.


Amiga de la nieblina

que ronda los horizontes

cordillerales y montes

con su presencia tan fina;

la nieve, por blanquecina,

poblados y soledades,

bonanzas y tempestades

son mis amigos sinceros;

pero mi canto, el primero

de todas mis amistades.


Wednesday, June 12, 2024

Acerca del poema - May Sarton


Los poemas verdaderos no empiezan con un sentimiento, no importa lo convincente que este sea, y claro que sentimos una gran cantidad de cosas que nunca se convierten en un poema. Un poema emerge cuando la tensión de que algo ha sido experimentado, sentido, o visto, de repente libera una suerte de ansiosa agitación de palabras e imágenes. En ese momento hay un misterioso cambio: la energía absorbida por la experiencia misma ahora deviene otra completamente distinta, y todo lo que importa es resolver el rompecabezas, la clase de laberinto en el que ciertas frases y cierto ritmo se encuentran dispersos, como piezas de un juego de Scrabble.  

¿Cuándo está terminado un poema? La respuesta es, creo: cuando todas las tensiones se han equilibrado, cuando el cambio de una sola sílaba afectaría la estructura del poema al punto de hacerlo caer como una torre de naipes.

Del mismo modo en que debemos trabajar «para que la respiración sea más profunda y se tensen los bordes de nuestro corazón» cuando usamos o desechamos las metáforas que se nos cruzan durante un poema en proceso, así también debemos trabajar para profundizar, e incluso darle aspereza a la música que flota en la superficie de la conciencia.   

Una puede decir «voy a escribir una novela el año próximo», pero una no puede decir «voy a escribir un poema el año próximo». El intelecto y el deseo no controlan la poesía en la misma medida.

Varias décadas atrás, en la biblioteca de la Universidad de Buffalo, Charles Abbott les pidió sus papeles de trabajo a los poetas y armó una colección extraordinaria. Desde entonces, otras bibliotecas siguieron el ejemplo y ahora es posible, para estudiantes de diversas partes del país, explorar la mente de un poeta cuando trabaja, y seguir la pista hasta la fuente de aquello que Marianne Moore denominó «el sentimiento y la precisión, la humildad, la concentración y el placer» que deben intervenir en la escritura de un poema.

Pero hay algo que ningún papel de trabajo puede hacer evidente y debo empezar hablando de eso. Me refiero a la disposición que precede a cualquier escritura. Alguien quizás tensione esta idea lo suficiente como para decir que el aspecto formal de un poema, el aspecto más artesanal, es solo un juego. El uso de determinadas palabras para lograr determinados efectos no sería distinto a un crucigrama o a cualquier otro juego de ingenio. Lo que muestran las hojas de trabajo sería la jugada en sí. Lo que no pueden mostrar es que, si bien la poesía es lúdica, se trata de un juego sagrado. Y en este punto, obviamente, la poesía difiere de modo radical del crucigrama. Es algo más y algo distinto a un puro entretenimiento intelectual. ¿En qué consiste la «experiencia sagrada» del juego de la poesía? ¿No anida en la experiencia que precede a la escritura? Porque la escritura de poesía es antes que nada un modo de vida y solo de manera secundaria una vía de expresión. Una casi podría decir que es una disciplina vital, una disciplina que se mantiene para perfeccionar el instrumento experiencial —el poeta mismo—de modo que pueda aprender a ponerse en perfecto estado de apertura y transparencia y de ese modo, ir al encuentro de lo que aparece en su camino con una mirada inocente.

El primer plano del poema es la emoción específica o la imagen o el pensamiento en los que está interesado. Pero el sustrato es todo lo que eres, lo que pensaste, sentiste y viste a lo largo de tu vida. El subconsciente va a estar muy activo cuando te sientes y empieces a bocetar tu texto. Algo de lo que aparezca será incongruente, flojo o banal y es aquí donde la zona consciente de la mente comienza a trabajar, seleccionando, puliendo; es decir, formulando lentamente con la mayor exactitud posible lo que la reverberación musical nada más sugería. El proceso creativo es una alternancia entre lo que es dado y lo que se hace con ese regalo.

El proceso creativo […] consiste en ruptura y reconstrucción. Quizás tengas que romper tu poema para para reescribirlo. El principiante se aferra a su poemita y no lo deja crecer. No puede aceptar la destrucción inherente al proceso de crecimiento. Y, muy a menudo, es incapaz de dejar que sus herramientas intelectuales colaboren con sus dotes emotivas y sensuales.

Todo poeta atraviesa la experiencia de luchar durante varias horas, descomponer y reconstruir, hasta tener que admitir que todo el asunto es un estropicio. Se ha apresurado a encontrar el foco, ha forzado el ritmo, no ha sido capaz de reconocer ciertas señales que le decían «este es el verso con el que tienes que trabajar», eligiendo otro menos fructífero. Quizás haya arrojado lo valioso por la borda para quedarse con lo residual. Todos hemos tenido esta experiencia, porque el riesgo es muy grande.

El poema te hace mientras haces el poema, y ese hacer requiere toda tu capacidad de pensamiento, sentimiento, análisis y síntesis.

Los enemigos de la creación son y siempre han sido la facilidad, el mero ingenio, la autoindulgencia y sobre todo, el malentendido en torno a qué es la inspiración. Sé que estoy inspirada cuando me transformo en una furia con suficiente nivel de autocrítica como para cavar hacia aquello que quiero decir, podando muchas irrelevancias que florecieron en la página durante la excitación del comienzo.

A veces una debe esperar un tiempo largo antes de encontrar la forma. «No es la métrica», dice Emerson, «sino una forma determinada de musicalidad intrínseca, haciendo de un poema un pensamiento tan apasionado y tan vivo, que, como el espíritu de un animal o planta, tiene su propia arquitectura». Algunos poemas son gestaciones internas, nos persiguen, nos abruman, hacen su propio camino a través de un lento proceso interno de refinamiento.  


De Sobre la escritura (Salta el Pez Ediciones, 2023)                                                                        

Trad. Ivana Romero

Poemas de Martín Gambarotta


D
an a entender que podrías llegar

a ser como ellos, te alientan a que

intentes ser como ellos, te tratan

como si fueras igual a ellos

porque saben que nunca

serás uno de ellos.

 



Terminó el día

sin pedirle nada

 

tampoco el día

pidió nada

 

se consumió

su llama un poco

sucia

 

nadie tuvo nada

para dar salvo dar

 

otro día por perdido

 

el sol es una yema

 

llega la noche

cada uno hace su pedido.

 

 


El que se quiere matar

no es que crea

que no tiene futuro

 

proyecta el futuro en exceso

hasta volverlo

mercancía de su muerte

materia que mataría

 

en mente tiene

demasiados proyectos

que se condensan

en un solo proyecto

inmediato

 

su único fin

es proveerse un final

 

reducir todo a nada

para que

con un apagón definitivo

eso sea todo.

 


 

Todo sistema comienza

                estafándose a sí mismo

para así poder idear la manera

más eficaz de estafar a los demás

hasta que los demás sientan

el ansia por estafar como el modo

más natural de estar en el mundo.




De Sangría (Rapallo, 2023)

Más poemas de Irene Gruss

 

ESPEJISMO


Otoño cubierto de niebla.

Todo parece que va a caer

o morir

o resignarse.

Pero es mentira.

Aún

un pájaro vuela entre la niebla.

 

 

MIOPÍA

 

No ve

lo pequeñas que son las cosas.

Delirio de grandeza

en la mirada.

 

 

FE DE ERRATA

 

La moneda equivocada,

el número equivocado,

el tren, el riel equivocados,

la rueda, la moneda,

la fortuna equivocadas,

la madera, la cama,

la teta, la leche, la succión

equivocadas, el beso,

la música a destiempo,

el aire equivocado,

la moneda, el pago, el azar,

equivocados,

el sueño, el insomnio equivocados,

el pasto, la nube, la moneda,

equivocados,

la risa, el remedio

equivocados,

el ansia

equivocada,

la moneda, el naipe equivocados,

el pie, el paso,

el final, el bosque, la memoria suspendidos,

la ficción, la extensión

equivocadas,

el hambre,

la moneda,

el hilo, la

tensión, la fe,

la muerte

errada.

 

 

ÓPTICA I

 

Dios mío que no existes, he creído

tanto en lo que he visto,

maravilla o

miseria,

he creído, de veras he creído

demasiado y

he visto demasiado y aún

no vi.



De Poesía completa (Ediciones en Danza, 2021)

Las direcciones contrarias - Sonia Scarabelli


No es de la salvación
de lo que hablo, es
de lo que no se salva
y queda siempre
con el arpón clavado,
y tenso en la soga
que lo arrastra hacia arriba,
va al fondo igual,
Moby Dick en la propia calavera.
Y por eso, si el alma o la ballena
lo que se hunde
lo mismo da: la vuelta es por el fondo.

Quiero decir, parece
una insistencia de las cosas
–y de los seres–
que la gracia
venga a aliviarles el desastre
cuando ya iban a darse
por vencidos. Si no
cómo se explica
que suba así de dulce la mañana
y que uno sienta
abrirse todavía el corazón
al toque blando de la luz
cuando un instante atrás apenas
estaba todo
tan oscuro.

Escribir - Chantal Maillard


escribir

para curar
en la carne abierta
en el dolor de todos
en esa muerte que mana
en mí y es la de todos

escribir

para ahuyentar la angustia que describe
sus círculos de cóndor
sobre la presa

aunque en el alma no

en el alma
la estimación del tiempo que concluye
y es arriba
algo más que un silencio
con ojos semiabiertos

escribir

como condescendencia y como rebeldía
sin elección
sin pausa
porque se va la luz, las fuerzas
se le acaban
y el ser se va de vuelo
en las garras de un ave
carroñera

escribir

para decir el grito
para arrancarlo
para convertirlo
para transformarlo
para desmenuzarlo
para eliminarlo
escribir el dolor
para proyectarlo
para actuar sobre él con la palabra

[…]

escribir para curar
escribir para guarecerse
escribir como si cerrase los ojos
para no cerrarlos
para mover la mano y seguir su curso
para sentirse viva
AÚN
para aplazar la angustia
como simulación
para guiar la mente y que no se desboque
para controlar lo controlable

escribir

como quien deja la luz encendida
y duerme de pie sobre sí mismo
para saldar las cuentas con el miedo

escribir
para reorganizar

escribir
sin hacer concesiones

escribir
como quien des-espera
para cauterizar
para tomarle las medidas al miedo
para conjurar
para morder de nuevo el anzuelo de la vida
para no claudicar

escribir
para apuntar al blanco

escribir
con palabras pequeñas
palabras cotidianas
palabras muy concretas
palabrasojo
palabras animales
palabrasbocadegato
ásperas por dentro y por fuera
suaves como "tal vez"
palabraslatigazo
como "demasiado" y "tarde"

escribir

para no mentir
para dejar de mentir
con palabras abstractas
para poder decir tan sólo lo que cuenta

decir que a las once
de la noche de hoy
mientras la luz calienta
el lado izquierdo de mi almohada
y la sábana verde se desdobla
en el espejo del armario
estoy en mí
en el lugar en que acostumbro
a encontrarme
en este aquí hecho de extraña
duración en lo mismo
repitiéndome
la carne dolorida
los huesos lastimados
los nervios, la piel
tirante, amoratada
el pelo encanecido
el grito sólo postergado
y hoy a las once
de la noche de hoy
mientras la luz calienta
el lado izquierdo de mi almohada

muere un niño
o dos o no sé cuántos
mueren y una anciana dice
sus últimas palabras
o no las dice y muere
y es otra la que habla
pero no habla, dice
apenas dice y muere
sin decir
apenas
nada
y algo se me atraganta
tal vez un alarido
largo como las once horas de esta noche
o tal vez la conciencia
que duerme encendida
como una lumbre la conciencia
de todos los que mueren
como una fogata
un espantoso incendio
que prende en las ventanas
de la ciudad y en el mar no se apaga
una conciencia absurda
una antorchahorizonte
la conciencia de todos los que saben
que se están acabando
en sus huesos de antorcha
hoy, mañana, siempre

escribir
todas las muertes son mi muerte
mi grito es el de todos
y no hay consentimiento
escribir

¿para consentir?
¡escribir para rebelarse!
no hay lugar para plegarias
no hay lugar para el sosiego
el ajuste de las almas
se hace en rebeldía

Estamos solas
y nos pertenecemos.
En nosotras está el poder
Somos un pueblo de almas
en rebeldía
¡Despertad!
Lo que escribo aquí
se traza en el aire
el dolor es la senda
el dolor es el medio
por el dolor la fuerza
que combate el dolor
y lo transforma
por el dolor deshago
mi dolor en lo ajeno
y el ajeno en el mío

escribir

para des-esperar
por todos los que están
por todos
los que fueron
los desaparecidos
escribir para cuidar
sus des

apariciones
para alimentarlas
para que no se enturbien
no tan pronto
no tan siempre
pronto

[…]


escribir


[…]


¿y no hacer literatura?
...
¡y qué mas da!:

hay demasiado dolor
en el pozo de este cuerpo
para que me resulte importante
una cuestión de este tipo.
Escribo

para que el agua envenenada
pueda beberse.




Friday, April 26, 2024

El elefante es lento para aparearse - David Herbert Lawrence



El elefante, ese enorme y viejo animal,
es lento para aparearse;
encuentra una hembra y ninguno parece apurarse,
ambos saben esperar

que la simpatía, lenta, muy lentamente,
en sus tímidos y vastos corazones se asiente
mientras en las riberas vagabundean
y beben y se apacientan

y huyen en pánico entre las malezas
de la selva con la manada,
y duermen en masivo silencio, y despiertan
juntos, sin una sola palabra.

Así, lentamente, los ardientes corazones inmensos
de los elefantes se llenan de deseo
y por fin las grandes bestias se aparean en secreto,
ocultando su fuego.

Son las bestias más sabias y las más viejas
así que saben perfectamente
esperar la más solitaria de las fiestas,
el generoso banquete.

No desgarran, no arrebatan, no laceran;
su sangre inmensa
se mueve con las mareas, cada vez más cerca,
hasta que desborda y se mezcla.

Traducción de Mirta Rosenberg



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