Saturday, August 24, 2024

La tarde para todos, compañeros - Juanele

Estas primeras tardes de primavera,

tan celestes, tan puras,

—Domingo que es una soledad

de luz y árboles—

cómo me entristecen!

Perdonadme, camaradas, esta tristeza.

Estoy penetrado de sutiles, de viejos venenos.

Me entristecen quizás

porque bajo el vuelo posado de esta dicha aérea,

me encuentro frente al fantasma de mi soledad de antes.

O es que una dicha así impalpable

es siempre triste?

 

Excusadme, compañeros,

este suspiro.

Los Domingos de estos pueblos

tienen la sonrisa de una muerte encantadora.

 

Pájaros que apenas cantan.

Y árboles, árboles, sólo, con el cielo.

Pienso que si todos fueran dichosos,

cómo respondería esta dicha a la paz

fluida del cielo.

Guirnaldas humanas ondularían armoniosamente

cantando las canciones sencillas y bellas

de los poetas amados de todos.

Las músicas que soñaba Debussy para los parques,

harían un tejido frágil y grave, suspendido.

Es esta tristeza, entonces, la tristeza de la posesión?

Si en todos estuviera esta dicha

como una gracia transparente

que diera ritmo a los cuerpos,

melodía a la voz,

amor vivo, vivo, a las almas,

sensibilidad a todos bajo los dedos de la música,

yo no estuviera triste.

La belleza de la tarde

no sería recogida sólo por los árboles,

por los pájaros, por el río que la lleva, hacia dónde?

por un refinado nostálgico y ultrasensible,

sino que tendría también una más amplia, inmediata, y por

[qué no?

 

más completa

expresión humana.

La tarde para todos, compañeros.

 

de El alba sube (1933 – 1936)

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