Mi fe
es un peso enorme
que cuelga de un alambre,
como la araña hace colgar su cría
de una tela finísima,
como la vid enjuta y sarmentosa
abre uvas
como ojos,
como una fiesta de ángeles
baila en una cabeza de alfiler.
A Dios no le hace falta
mucho alambre para seguir colgado,
una venita apenas
por donde pueda entrar y salir sangre
y unas gotas de amor.
Como se ha dicho antes:
el amor y la tos
no pueden ocultarse.
Ni una tos chiquitita.
Ni un amor chiquitito.
A Dios no le preocupa
que tengas un alambre y nada más.
Él va a entrar en tus manos
con la facilidad con que la monedita
pasa por la ranura y cae la Coca Cola.
Traducción Ezequiel Zaidenwerg
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