Tuesday, November 12, 2019

2 poemas de Alfredo E. Quintero

El exprimidor de naranjas dejó de funcionar.
Eso pasa.
Las cosas sin importancia
buscan su turno, se dan su importancia
así, no sirviendo,
dejándonos incompletos, ausentándose
en el justo momento.
Y a mí
todo lo que es ausencia, ausentarse,
me rompe los vidrios. Ejerce una poderosa denotación
casi como el que se tira al piso al escuchar el bombardeo,
una balacera.
Lo mismo hizo el sacacorchos.
No estuvo. Tal vez nunca compré uno.
Y el rayador, y el abrelatas
que nunca pensó hacerme tanta falta
me hizo salir al centro comercial
a buscarlo. Como una esposa cuando se enoja
y hay que ir por ella a casa de los suegros, o a buscarla
con la vecina.
No sé por qué me afectan tanto las cosas
que dejan de funcionar, que se ausentan.
A veces he pensado en comprar dos cosas de lo mismo.
Pero no sé si yo pueda
en lo futuro
con dos ausencias.

***

Hoy me he quedado
haciéndole compañía al refrigerador.
Escuchando
el trabajo que le cuesta
funcionar, cumplir,
estar al día
con sus frías labores, con sus tareas congeladas.
Lo que se espera pues
de un refrigerador de cocina.
Y literalmente
tomé una silla y me puse en ella
a su lado. Y ahí estuvimos.
Quejándonos. Oyéndonos mutuamente funcionar,
respirar.
Pensando en las cosas que deben congelarse
para que el mundo siga. En nuestras cosas,
supongo. En la vida
mecánica o no, eléctrica o no. Programada.
Lineal, independientemente de la curva, o el zigzag,
que marca, en el monitor de pulso, el pulso.
Y ahí estuvimos
prestándonos dos horas de nuestro tiempo.
Sin conclusión alguna
respecto a nuestra última estancia
por seguir;
eso que es congelar lo que se lleva dentro.

-
Alfredo E. Quintero (México)
Especial agradecimiento a Paula Oyarzábal por compartir el primer poema que me hizo ir a buscar más y más de Quintero.


1 comment:

Cassandra Cross said...

siempre que vuelvo a mis escritos vuelvo a este blog que no falla.
Gracias, Jime. <3

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