Sería bueno meditar mucho, para
expresar algo de lo así perdido,
de aquellas largas tardes de la infancia
que así nunca volvieron... ¿y por qué?
Aún nos acordamos... quizás en una lluvia,
pero ya no sabemos lo que eso significa;
nunca más estuvo la vida tan llena
de encuentros, de volverse a ver, de seguir avanzando
como entonces, cuando no nos sucedía más
que lo que sucede a una cosa y a un animal:
vivíamos entonces lo suyo como humano
y nos llenábamos hasta el borde de figuras.
Y nos hicimos tan solitarios como un pastor,
y tan sobrecargados de grandes lejanías,
y como desde lejos tocados y elegidos,
y lentamente, como un largo hilo nuevo,
insertados en aquellas series de imágenes
en que ahora nos desconcierta persistir.
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