La miel inalterable del fondo de cada cosa
está hecha de nuestros deseos, remordimientos, dolores
el alambique eterno donde el tiempo recompone
las lágrimas de los vivos y la piedad de los muertos.
Idénticos efectos germinan de una causa;
la misma nota vibra a través de mil acordes,
no se separa el perfume de la rosa
ni yo separo el alma de tu cuerpo.
El universo nos reprende por lo poco que fuimos,
vos no sabrás jamás que mis lágrimas te aman;
yo olvidaré cada día cuánto te he amado.
Pero la muerte nos aguarda para mecernos;
y como un niño acurrucado entre tus brazos cerrados,
escucho latir el corazón de la vida perdurable.
*
Versión de Marina Kohon
Este es otro poema que conocí gracias a Otra iglesia es imposible, el blog de Aulicino.
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