Las manos eran tuyas, los brazos eran tuyos,
pero no estabas ahí.
Los ojos eran tuyos, pero estaban cerrados y no se abrirían.
El sol distante estaba ahí.
La luna suspendida sobre el hombro blanco de la colina estaba ahí.
El viento en Bedford Basin estaba ahí.
La luz verde pálido del invierno estaba ahí.
Tu boca estaba ahí.
Pero vos no estabas ahí.
Cuando alguien habló, no hubo respuesta.
Bajaron las nubes
y enterraron los edificios a lo largo del agua,
y el agua estuvo en silencio.
Las gaviotas observaban.
Los años, las horas, que ya no te encontrarían,
giraban en los relojes de otros.
No había dolor. Se había ido.
No había secretos. No había nada que decir.
La sombra esparció sus cenizas.
El cuerpo era tuyo, pero no estabas ahí.
El aire temblaba contra esa piel.
La oscuridad se adentraba en esos ojos.
Pero vos no estabas ahí.
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