Monday, December 01, 2014

Hace unos días se murió Mark Strand y yo sigo pensando en sus poemas

La noche, el porche

Mirar fijo el vacío es aprender de memoria
el lugar hacia donde seremos arrastrados,
y desnudarse al viento es sentir lo inasible
en algún lugar, cerca. Los árboles se pueden
agitar o estar quietos. El día o la noche pueden
ser lo que quieren ellos. Lo que deseamos, más
que una estación o un clima, es la comodidad
de ser extraños, aunque sea para nosotros.
Ése es el quid de la cuestión. Incluso ahora
pareciera que estamos esperando algo,
que con su aparición se esfumara. El sonido
de unas hojas que caen, o quizá de una sola,
o menos, todavía. Lo que hay para aprender
es infinito. El libro nos dice todo eso
pero jamás fue escrito con nosotros en mente.

*

La buena vida

Estás parado junto a la ventana.
Afuera hay una nube de vidrio que parece un corazón.
Los suspiros del viento son como cuevas entre tus palabras.
Sos el fantasma en ese árbol de afuera.

La calle está en silencio.
El tiempo, de la misma manera en que el mañana y que tu vida,
parcialmente está acá, parcialmente en el aire.
No podés hacer nada.

La buena vida llega sin aviso:
erosiona los climas de la desesperación
y se presenta, a pie, de incógnito, sin ofrecerte nada,
y vos estás ahí.


Traducción E. Zaidenwerg

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