a Osvaldo Ballina
Para que la mediocridad
no gane la insignificancia
de nuestros espacios,
con furia hermosamente inútil
cuidamos que no se seque
el árbol viejo de la luz.
*
Ropa tendida
En la cuerda ahora vuelan
camisas, sábanas, corpiños, repasadores,
y la indumentaria deportiva de los muchachos,
coincidiendo en un día de sol.
En otros días de utopías
hubiéramos hablado
de banderas de amor y de victoria.
Hoy, que hablamos menos,
la ropa tendida
nos señala con modestia
que juntos cada uno a su manera
aquí vivimos.
*
Caballos del bebedor
Está bebiendo el alcohol de la fiesta.
Pero al llamado de una música,
de un ademán al azar
o de la fugacidad de algún rostro
los caballos del recuerdo vuelven.
Y mientras todos hablan alrededor de su silencio
siente que a la hierba de su vida
la atraviesa mucha furia querida
que lo pierde y lo traiciona.
*
Botellas vacías
A expensas
del amor o el desamor.
De las conversaciones
-con ironías o aciertos-
o de la reiteración de las conversaciones.
Del disfrute de reunirnos,
de la inquietud de esperar.
De la necesidad de olvidar
y de acordarnos.
Y la consabida obligación
de bajar lo sólido con lo líquido:
se fueron amontonando -ahora a la Intemperie-
momentos nuestros, instantes del mundo.
*
Los pájaros vuelan hacia el sur,
un viento triste vuela junto al mar,
los pescadores y las redes.
Y nosotros, con palabras sencillas, con miradas,
hablamos de amor, nuestra íntima manera de volar.
Una belleza, gracias por compartir nuevas ventanas al mundo.
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